Una
película protagonizada por Nicole Kidman, Russell Crowe y Lucas Hedges es llamativa
para un buen cinéfilo. Su director Joel Edgerton aprovecha para tratar un tema
fuerte y desgarrador utilizando la narración para hacer una denuncia contra las
personas que por homosexuales son consideradas “pecadoras”.
La
historia de la vida real, está basada en las memorias de Garrard Conley sobre
su experiencia en un centro religioso de conversión de homosexuales en Estados
Unidos, a donde fue enviado por sus padres para cambiar su condición sexual. Esta
cinta evidencia las dificultades que debe enfrentar una persona con una
inclinación sexual diferente, dentro una familia con ideas religiosas radicales.
Jared es un joven que comienza a sentirse atraído por personas de su mismo
sexo, pero que sus creencias no le permiten enfrentar sus nuevas inclinaciones.
Sin embargo, decide confesarle a sus padres que es homosexual. Por lo tanto, es
enviado a este radical centro para ayudarlo con su “problema”.
La
historia es realmente desgarradora, dramática, reveladora y reflexiva, la cual
evidencia a una sociedad conservadora que destruye a todo aquel que piense de
manera diferente. Pero esta problemática está lejos de desaparecer hasta que la
privación de la libertad y el concepto de la familia tradicional siga siendo
definitivo.
Por
lo anterior, no es raro que existan lugares para “curar y castigar” la
homosexualidad, pues esta condición es vista por muchos como una especie de
enfermedad que puede llegar a desaparecer en el individuo. Una idea realmente absurda y retrógrada en
esta época.
La
película, además muestra lo incondicional que puede llegar a ser una madre,
pues a pesar de ser una mujer religiosa y conservadora, prefiere apoyar a su
hijo por encima de los demás, hasta de su propio esposo. Este es uno de los
momentos más conmovedores de esta historia.
La
producción no cae en lo melodramático y la victimización, por el contario es franca
y arriesgada. Igualmente, cuenta con unos personajes perfectamente
estructurados que le dan esa fuerza emocional a la trama.
En
definitiva, esta cinta brilla por su relato y las excelentes actuaciones de
Lucas Hedges, Russell Crowe y Nicole Kidman. Asimismo, las escenas, donde se
evidencia el maltrato psicológico y físico al que están expuestos los jóvenes
que asisten al centro de conversión son realmente crudas y dicientes.
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