Un ejemplo de calidad, dirección y producción para el cine colombiano.
Como me comentó Ciro Guerra, el director, en
entrevista para PORTAFOLIO, después “de dos años intensos de investigación, nos
decidimos con Cristina Gallego a iniciar la filmación de la película”.
“No hubo nada fácil, fue el rodaje más duro que
hemos tenido, por las condiciones agrestes del terreno, el tamaño de la
producción y las incidencias climáticas”.
En la película se relata la triste historia de
una familia Wayúu, en la Guajira, en la época de la bonanza “marimbera” y los
contrastes entre la ambición por los dólares fáciles y el orgullo de conservar
el honor y la tradición.
Desde el inicio, una fotografía abierta, amplia
y nítida presenta el contraste de la belleza del mar con la desolación del
desierto.
En los expresivos rostros de los habitantes se nota
la tristeza del recuerdo de esa historia dolorosa.
Un aspecto destacado de la obra es el respeto
que muestran sus directores por las tradiciones, costumbres y cultura, y el
valor de la palabra. Como comentó Ciro: “Para nosotros era muy importante que la
visión de la cultura Wayúu fuera auténtica y respetuosa, que se sintiera la
fuerza, la resistencia y el coraje de su pueblo”.
Al inicio la película poco a poco entra en el
tema central. Pero enseguida “atrapa” al espectador durante las dos horas de
duración. Se podría profundizar un poco más en el argumento y tal vez haber
seleccionado más actores naturales.
Preguntando si hubo resistencia para la
filmación, de parte de los nativos de la región, Ciro contestó: “Todo lo
contrario, los Wayúu fueron muy entusiastas y colaborativos en todo el proceso,
el 30% del equipo fue Wayuú y ellos estuvieron siempre presentes”.
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