El
director y guionista norteamericano Brad Silberling presenta un intenso drama,
basado en hechos históricos sucedidos al final de la guerra de Bosnia, cuando
El general Ratko Mladic, criminal de guerra, fue condenado a cadena perpetua,
pero logró escaparse huyendo de las autoridades internacionales.
La
narración está hábilmente conformada por secuencias bien encadenadas desde el
inicio de la proyección y, apoyadas por una selecta banda sonora de Christophe Beck y Chilly González, creando así un continuo suspenso hasta la
última escena.
Ben
Kingsley, (quien fue protagonista en Ghandi), ahora interpreta de manera
fascinante al general y la única persona
con quien puede dialogar es con la empleada a su servicio, la hermosa y joven
Hera Hilmar, quien le alivia su soledad.
Para
protegerlo lo llevan a un apartamento de un viejo edificio (en Belgrado) y su
única comunicación es con la empleada. Los diálogos entre ellos son de gran
interés y llegan “casi” a formar una amistad, dentro de la mutua intriga que
sugiere el trasfondo particular de la vida de cada uno.
Kingsley,
habla poco, es reservado y aparentemente huraño. Va cambiando a medida que se
relaciona con Hilmar y muestra su personalidad más amable y espontánea.
Este thriller dramático tiene dos aspectos que
captan la atención del espectador: el hecho en sí de gran interés y la novedosa
relación humana del criminal y su
misteriosa cuidandera.
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