La dedicación al arte del maestro
Fernando Botero desde su juventud hasta sus 87 años, está muy bien sintetizada
en este documental del director canadiense Don Millar, finalizado en el
2017.Filmado en 10 ciudades del mundo y su narración, muy bien editada, se gana
la admiración del espectador, al conocer detalles de la vida del artista que
son recreados por varias de sus obras: bocetos, pinturas, esculturas y otros
materiales inéditos.
Botero nació para el arte y para
dejar una huella artística de Colombia ante el mundo.
El documental se hace además
interesante, porque Fernando Botero aparece en varias secuencias narrando sus
propias experiencias. La película inicia presentando al artista alrededor de
sus tres hijos, degustando un delicioso vino mientras va contando con humor y
coloquialmente su infancia paupérrima y
cómo fue adquiriendo algo de fama y dinero para poder viajar a Europa con el
deseo de aprender de pintura y escultura
especialmente en Paris, Roma y
Florencia.
Uno de sus hijos describe el dolor
del artista por la accidental muerte de su pequeño Pedrito, hijo de su segundo
matrimonio y cómo plasma ese sufrimiento en diversas obras.
Botero demuestra que su arte no es convencional.
El “volumen” que es su estilo,
representa la sensualidad y monumentalidad. Trata diversas temáticas y critica
en algunas de ellas a la Iglesia y a la guerra.
Sus esculturas están exhibidas en
muchas ciudades importantes del planeta.
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