El
director y guionista, nacido en Copenhague, Lars von Trier,
actualiza la memoria de los cineastas y presenta su última y violenta
película:
La casa de
Jack, un cínico asesino en serie.
El danés
utiliza simbólicamente un cuadro de Delacrois, La barca de Dante, cuando en La
Divina Comedia, el protagonista desciende al infierno. Es toda una alegoría que
presenta el director para ambientar sus imágenes masoquistas, impresionantes,
que parecen buscar el perdón por su propia vida como hombre y como artista,
personificado en la extraordinaria actuación de Matt Dillon.
La película
muestra una particular creatividad y al mismo tiempo la destrucción que habita
en la mente de von Trier. Una dualidad que en medio de la agresividad de las
imágenes deja entrever su particular genialidad creativa, a veces rechazada por
muchos cinéfilos, como sucedió en Cannes cuando la exhibió por primera vez.
Hay que ir más
allá de sus imágenes, de su cinismo habitual, y develar , a medida que se
desarrollan sus cinco ejemplos de crímenes absurdos y provocadores, para
descubrir qué quiere comunicar y qué espera del espectador.
Su estilo es
similar en películas anteriores: Epidemic (1987), Europa (1991),Los idiotas
(1998), Bailar en la oscuridad (2000), Dogville (2003)Anticristo (2009),
Melancolía (2011), allí el jurado del festival lo declaró persona “non grata”,
y le levantaron el veto solo hasta el año pasado cuando presentó La casa de
Jack.
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