La Primera Guerra
Mundial, denominada en su tiempo como ‘La gran guerra’, además de dejar una
devastadora senda de muerte, destrucción e inestabilidad política en Europa,
que daría como consecuencia el surgimiento de inconformidades sociales y el
fracaso de la primera asociación global de naciones de la historia, también ha
sido la fuente de inspiración de novelas históricas como ‘Sin novedad en el
frente’ (de 1929), de Eric Maria Remarque, adaptada al cine por los directores
Lewis Milestone (1930) y luego por Delbert Mann (1979), o la obra poética del
autor británico Sigfried Sasson, en poemas como “Suicide in the trenches” o
“Does it matter?”, que han mostrado las consecuencias de los conflictos bélicos
y sus efectos tanto en los soldados como en los civiles que han quedado en
medio del conflicto.
Ahora, se une a
esta serie de narradores de las vicisitudes y experiencias vividas por los
soldados, el director británico Sam Mendes, quien en su más reciente producción
‘1917’ relata la misión suicida asignada a los soldados Scottfiield y Blake,
interpretados por los jóvenes actores George Mackay y Dean Charles Chapman al
tener que atravesar las líneas enemigas para llevar un mensaje que salvara la
vida de mil seiscientos soldados del segundo Batallón de Devonshire, incluyendo
el hermano de Blake, evitando que caigan en una emboscada planeada por las
fuerzas alemanas.
La producción,
nominada a diez premios de la Academia en este año 2020, incluyendo mejor
película y mejor director, no solo se centra en la heroica misión de estos
soldados mediante una filmación en plano secuencia que sigue a los
protagonistas por todo su recorrido, haciendo sentir al espectador como si fuera un personaje más de la historia, sino
que también ofrece un retrato hiperrealista de la destrucción que generó esta
gran guerra, la deshumanización del conflicto armado y la predominancia del
sentido del deber sobre cualquier noción humana.
Los anteriores
elementos son narrados sincrónicamente mediante una combinación perfecta entre
música y fotografía, donde la banda sonora original, compuesta por Thomas
Newman, refleja la premura de lograr la misión, el sacrificio y el heroísmo de
estos jóvenes al tener sobre sus hombros la responsabilidad de entregar un
mensaje vital, al generar fuertes melodías en espacios abiertos como campos de
batalla, pueblos y parajes totalmente devastados por la guerra.
Ya en los
espacios interiores, la música se va disolviendo lentamente para darle campo a
la tensión del confinamiento en lugares como trincheras, túneles e incluso
casas abandonadas, contrastando las penurias, sacrificios personales y
desprendimiento de su esencia más humana para poder llevar a cabo la una misión
de vida o muerte, especialmente en escenas donde el soldado Scottfield debe
anteponer su deber a un rescate humanitario de una joven y un bebé de brazos.
Sin embargo, a
pesar de su tono épico, ‘1917’ también ofrece un retrato descarnado de las
realidades de la Primera Guerra Mundial, mediante la presencia de un ambiente
sombrío, donde los cadáveres humanos y animales contrastan fuertemente con los
paisajes de los pocos bosques y praderas sobrevivientes al aura de muerte, y
que se convierten, para Scottfield, Blake
y los demás hombres del Batallón
Devonshire, en los únicos refugios de contemplación antes de las batallas;
ellos, antes de unirse a la insensatez de la muerte, refugian sus últimos
momentos en parajes iluminados que muestran una especie de remanso de paz en
medio de una destrucción que consume todo a su paso.
También, Sam
Mendes (recordado por ser el ganador del Oscar en 1999 por ‘Belleza Americana’
y clásicos contemporáneos como ‘Camino a la perdición’), logra en esta
producción mostrar un tono heroico de aquellos correos humanos que, como su
abuelo (a quien le dedica esta película y que además de ser soldado en la
primera guerra mundial también llevo mensajes claves durante este conflicto), arriesgaron
su vida para atravesar los campos de batalla y llevar información de vida o
muerte, cuando las comunicaciones telegráficas fueron destruidas.
Asimismo,
ofrece un crudo panorama de las consecuencias que este conflicto bélico dejó en
miles de jóvenes soldados que pelaron en los campos de batalla, en las víctimas
inocentes cuyo único error fue habitar los lugares de conflicto, y el fin de
entornos naturales otrora bellos, que sufrieron las consecuencias de bombardeos,
ataques y confrontaciones de los dos bandos, haciendo de esta producción un
retrato para la posteridad de los conflictos que jamás se deberían repetir en
la historia de la humanidad.
Angel Galindo