Según los
conceptos de la mayoría de las psicólogas de la niñez y de la familia la
cercanía, intervención y demás valores humanos en la educación de un hijo,
natural o adoptado, la mamá lleva la mayor parte y la mayor responsabilidad en
su formación. Evidentemente en estos temas no se puede generalizar.
Pero si
falta repentinamente la mamá, en el caso de un niño adoptado, es muy difícil
para el papá asumir todos los roles familiares respecto al hijo.
Arild
Andersen, el director noruego de esta película trata este delicado tema por los
difíciles momentos que pueden surgir de la relación padre-hijo.
Andersen
ya había explorado este tema en su anterior película Kompani Orheim (1912), por
la cual mereció la nominación a la mejor película nórdica en el Festival de
cine de Gotemburgo.
Kjetil,
noruego trabajador en altamar, después de la muerte de su esposa, debe asumir
la total responsabilidad ante un hijo de seis años, adoptado en Colombia.
En medio
de sus múltiples sentimientos de dolor, tristeza, insuficiencia y debilidad, y
angustiado por su impotencia para educarlo bien, cree que lo mejor es buscar a
la madre biológica y resuelve viajar con el niño a Bogotá, para entregárselo a
ella, con la intención de que el niño tenga un mejor ambiente, cariño y
educación desde ahora.
Allí
conoce las implicaciones de la adopción de un hijo, las dificultades para
encontrar a la madre del niño, y otras circunstancias que lo hacen tomar una
decisión difícil.
La
narrativa es clara, sencilla, la edición y el guión son ágiles. Sobresale la actuación realista del
protagonista Kristoffer Joner.
Rodada en
gran parte en Colombia, cuenta con la participación actoral de Marlon Moreno,
Marcela Carvajal y Patricia Castañeda.
La película
ya ha participado en varios festivales importantes:
Noruega y
Cannes y Berlín 2017; con premios al mejor guión y al mejor actor.
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