El director francés François Ozon,
cambia bastante el estilo de sus películas, presentando esta basada en hechos
reales. Con toda naturalidad trata el drama sobre el caso de un sacerdote
católico, pedófilo, ocurrido en Lion, que por muchos años abusó de más de 70
niños.
Los crímenes de este cura
actualmente están en los tribunales franceses. Pero como dice el director, la
película no es sobre el caso judicial sino sobre las víctimas.
Esta película obtuvo el Gran Premio del
Jurado del Festival de Berlín de 2019.
La narración es una síntesis de lo
publicado en la prensa francesa.
Alexander (Melvil Poupaud), vive en
Lyon y se entera que el sacerdote que abusó de él cuando era niño, sigue
trabajando con menores.
Buscando justicia, lo denuncia, e
inmediatamente otros padres de familia que han sufrido la misma situación, se
envalentonan y se unen a las denuncias, a pesar de algunos propios familiares
que prefieren quedarse en silencio.
Aparecen muchos denunciantes que
quieren liberarse de sus sufrimientos por medio de la palabra.
Lógicamente se muestra también la
complicidad y el encubrimiento de estos delitos por parte de la jerarquía
eclesiástica.
El hecho real es un ejemplo que
deberían seguir muchas víctimas, denunciando con valentía, y desenmascarando a
superiores, obispos y cardenales católicos, como lo ha hecho el Papa Francisco.
Desafortunadamente, estos crímenes,
se repiten en muchos países y los superiores niegan, se callan o trasladan a
otra ciudad a esos criminales, que matan la inocencia y perjudican a las
víctimas de por vida.
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